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Expedición con el apoyo de la colegio de Sydney

America del Sur sin motor

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11 etapa - Altiplano

fecha de inicio actividad pais lugar desde - hasta dias km km/ dia comentario
03.06.2013
organizado
Chile
San Pedro de Atacama
2
0
0
cambio equipaje para dos personas
05.06.2013
carrito de desierto
Chile, Bolivia
San Pedro de Atacama - Laguna Blanca
2
54
27
Ewelina toma más equipaje y espero en Bolivia
07.06.2013
carrito de desierto
Bolivia
Altiplano
Laguna Blanca - - Isla de Pescada
16
394
24
juntos con Ewelina
l/td>
23.06.2013
parada
Salar de Uyuni
Isla de Pescada
1
0
0
envío equipaje no hay en Isla - Ewelina's expedición buscando la bolsa
24.06.2013
carrito de desierto
Bolivia
salar
Isla de Pescada - Sabaya
5.5
164
29
total
26.5
612
23
todo con Ewelina sin 2 días desde San Pedro y último medio día

Esta etapa esta escrita por Ewelina:
Un minibús lleno de turistas me lleva sobre un paisaje marciano pero no puedo concentrarme. En pocos instantes, después de casi 4 meses, volveré a ver a Michal. Iba hacia el sol de poniente por el Valle de la Luna. Mi excitación contagió a todos los pasajeros y ahora están todos mirando a través de las ventanillas, ansiosos por ver a mi marido. Lo hacen con tanto frenesí que yo no puedo ver nada. Al final oigo: “Polaco Loco” y se abre la puerta. Salgo corriendo para fundirme en los brazos de Michal. La gente nos aplaude, nos hacen fotos. Somos las estrellas del Valle de la Luna.

Pasamos los días siguientes en San Pedro de Cama (realmente es de Atacama, pero ża quien le importa?). Por fin el carro (y nosotros) estamos listos. Michal partió la noche antes porque tiene que subir 2000 metros hasta la frontera con Bolivia. Yo cojo un Jeep y le pido al conductor que me lleve hasta allí. Hasta donde está el tío ese que tira de un carro con un pato hinchable medio muerto. Alcanzo la cumbre en el momento que están atendiendo con oxigeno a un turista por el mal de altura. Espero que a nosotros no nos pase nada, que estemos ya adaptados. Aun así, los paseos a más de 4000 metros no son moco de pavo.

Vamos por las Lagunas Blanca y Verde. Para los turistas, este lugar, representa solo un alto en el camino, pero para nosotros es más de medio día a través de las aguas de la laguna. El carro va a trompicones por el piso irregular, el viento sopla fuerte pero nos sentimos bien. Felices y libres. Libres porque no necesitamos ningún billete de autobús. Porque no llegamos tarde a la salida de ningún tren. Porque nadie nos está esperando impacientemente. Acampamos cuando nos quedamos sin fuerzas, o cuando el sol ya se ha puesto, o cuando nos gusta un sitio o simplemente, cuando nos sale de las narices. Nos movemos a una velocidad entre 3-6 km/h.

Dejamos el carro junto a una poza. Nos quitamos la ropa y pasamos de temperaturas cercanas a los 0şC a una bańera de aguas termales. Atrás hemos dejados los primeros 40 km. Nuestros cuerpos humean. Hoy dormimos excepcionalmente en una cama. Una cama de piedra, pero una cama al fin y al cabo. Estamos en un sencillo refugio. Me tengo que tapar con todas las mantas que tengo a mano porque las temperaturas, por la noche, descienden hasta los 15şC bajo cero.
A la mańana siguiente, delante del refugio, Michal y yo tenemos una conversación:
- Nuestro carro debería estar por aquí...
Ewelina
- żQué es todo esto???
-Michal: żNo has visto nieve en tu vida?
-Ewelina: Dijiste que era la estación seca...
-Michal: Así es. No debería haber nieve pero yo estoy tan sorprendido como tú y como el servicio de mantenimiento de las carreteras polacas y no puedo hacer nada al respecto. Así que ayúdame a encontrar el carro.
Frustrada me quité la ropa y me sumergí en las aguas termales. La nieve me sentó como una patada en el culo.

Vamos. El paisaje aquí es precioso; vastos valles, la luz es impresionante, la laguna es de un azul celeste intenso. Pronto tenderemos que acampar. Viajamos como nómadas, cada día recogemos nuestra tienda , la metemos en el carro y seguimos haciendo camino. Nos sentimos realmente bien. Incluso el enésimo copo de nieve ya ni nos molesta. Pero un momento después ya no vemos nada, estamos en medio de un temporal de nieve. No pasa nada. Mapa, brújula y hacia adelante! No podemos parar. Sería inútil, además, porque no nos podríamos cobijar y tampoco cocinar. Será un día corto. Después de 18 km de caminar bajo estas condiciones, estoy destrozada. Montamos la tienda y parece como si fuera a salir volando, parece que ella también se siente libre y quisiera irse.
- Al menos no nos falta agua, fundimos un poco de nieve y listos! - Michal.

Sorpresa! Por la mańana nos despertamos sin nieve. Tenemos mucha agua en el bidón de 20 litros pero es inútil, a no ser que alguien me explique żcómo puedo extraer un gran bloque de hielo por un agujero tan pequeńo...?

Pero por la mańana no hay nieve. Agua en el bidón si que está...pero cómo quitar 6 litros de hielo por un agujero tan pequeńo...?

Nos ponemos en marcha. Cuesta arriba otra vez. Un paso a 4913 metros de altitud. Nos duele la cabeza, masticamos hojas de coca. Respiramos de manera diferente. Como si las inspiraciones naturales no fueran suficientes y necesitáramos coger aire más profundamente para que el oxigeno llegue a nuestros pulmones. Cerca vemos los géiseres de Sol de Mańana. Parecen una fábrica, por sus chimeneas de humo y el olor a huevo podrido. A veces empujo el carro desde atrás. Ayer, cuando nos adentramos en un cańón nevado, Michal tuvo que tirar de nuestra casa con ruedas por una colina para encontrar un mejor camino. Tenemos otro enganche, y cuando el camino se empina demasiado le ayudo a tirar. Pocas veces, porque no tengo mucha fuerza. No sé de donde saca Michal la energía, pero lo miré y no, no lleva pilas... Es todo piel y hueso....

Nuestro camino se cruzó con las rutas para turistas. Los conductores a veces paraban y los turistas nos hacían fotos, y al “burro” tirando de su carro. Nos felicitaban, nos deseaban buen viaje, nos daban galletas y caramelos, plátanos, pero, sobretodo, nos motivaban. Íbamos a través de paisajes hermosos. Rocas esparcidas por todas partes como en un cuadro de Dalí. Vimos un árbol hecho de piedra, esculpida la roca por el viento y la lluvia durante miles de ańos.

 

Entre nuestro cuarto aniversario y el cumpleańos de Michal hay pocos días de diferencia y cae por estas fechas. Decidimos celebrarlo. Estaba nevando duro, la niebla no nos deja ver el Hotel del Desierto. Las “lujosas” puertas se abren, el personal sale a recibirnos, nos sonríen, nos llevan a dentro hasta con el carrito. Nos sirven dos platos de sopa humeante antes de que nos sentemos a la mesa. Nos ofrecen un gran descuento, cenamos con velas en la mesa. En la habitación después de una ducha caliente nos esperan dos cisnes formados con toallas (cisnes o patos?).

Ya en la Patagonia tuvimos que andar bajo la nieve. De hecho hizo un viento tan fuerte que tuvieron que cerrar el aeropuerto. Aquí, debido a la gran nevada han cerrado la frontera y cancelado algunos viajes. żQué será de nosotros? Buenos cambios están por venir.

Por fin dejamos atrás las montańas nevadas y descendemos un templado valle, justo bordeando una laguna azul llena de flamencos. Pasamos dos días con ellos. La altitud desciende a 3700 metros. Cada día tiramos de nuestro carro-casa. Sobre el complicado terreno seguimos avanzando...

35 km hasta Chiguana. Vamos allá. Hasta que el sol se ponga. Ya casi lo podemos ver. żo son rocas? Un poco más cerca... Hay vagones de tren, una estación cerrada, un cementerio arrasado, casas abandonadas. No hay ni un alma. Solo detrás de una valla conseguimos ver algo parecido a un OVNI....
Se trataba de una base militar, unos iglús verdes de hormigón y con ventanas nos confundieron. Aparecen unos chicos (cinco en total). Por la tarde, comiendo una sopa, el sargento nos dice que ellos reemplazaron al destacamento anterior el día de ayer. El pueblo está abandonado desde hace 10 ańos. Michal les muestra los mapas y pregunta por el mejor camino a seguir, pero las curvas de nivel y otras lineas del mapa no significan nada para ellos. Nos dejan dormir dentro de la base, sobre colchones militares y la verdad es que lo agradecimos mucho. Por la mańana Michal me dice:
-No se te ocurra hacer ni una foto. Sea lo que sea. Estamos en una base militar.
-Si carińo -le contesto, escondiendo la cámara en la que ya había sacado tres fotografías del complejo militar.
Dos militares están tendiendo sobre una cuerda dos trozos de carne de vikuna o lama como si fueran sus calzoncillos.
-Queréis una foto? -nos preguntan...

Después de algunos días de buen tiempo, el viento nos atrapó de nuevo. En la Patagonia, la tienda llegó a aguantar velocidades 136 km/h. Aquí se rompieron los tubos de la estructura y en el Salar no hay sitio donde refugiarse. Pero... Qué veo en el horizonte? Una excavadora? Con el espacio justo para meternos entre la pala y la panza.

Este no es el desierto salado que estábamos esperando. Este es un poco gris y nos lleva junto con el viento al pueblo de Aquaquiza. Durante el trayecto fantaseamos con los “steaks” de carne, del queso y del chocolate que nos vamos a comer cuando lleguemos, pero en realidad solo aspiramos a cenar una sopa de lama y unos huevos. Estábamos con estos sueńos gastronómicos cuando de repente, justo enfrente del pueblo, aparece una atracción sorprendente: toda una colina llena de cactus petrificados. Un viejo surge de la nada y nos quiere enseńar unas cuevas. En ellas descubrimos corales fosilizados y algunos esqueletos del pueblo de Chullpa.

Estamos fascinados. Llegados al pueblo comprobamos que no hay queso y que el chocolate es más azúcar que cacao. Pero al menos hay un hostal. Uno bueno, bonito y barato, donde poder pasar la noche y que nos permite ahorrarnos dos días de viaje. La hostelería es muy peculiar. Está completamente construida de sal y cactus. Nos alejamos del caminos especialmente para alojarnos en un sitio como este. ˇEstá muy bien!. Es chulo. Los ladrillos hechos de sal forman paredes ovales. Las mesas y las sillas también son de sal. El suelo es todo salado. Hay una lama que nos mira hecha de sal. Todo lo demás está hecho de materiales derivados del cactus. Menos las espinas, claro. La cama es vegetal, las lámparas también. Hay luz y agua caliente (lo que en estos lares no es nada fácil). Además comemos carne de lama. Tenemos la sensación de haber encontrado un tesoro. Se lo recomendamos a todo el mundo. Estamos encantados.

Hoy es el primer día que caminamos por el Salar de Uyuni, un lugar mágico, de una blancura cegadora. El carro va muy ligero -la superficie lisa y dura ayuda mucho-. Al caer el sol todo se vuelve rosa como el trasero de un flamenco. La temperatura baja rápidamente. Nos metemos dentro de nuestros sacos de dormir.
Caminamos por el suelo de lo que fue un mar. Un mar del que solo queda ahora la sal. Vamos como dos barcos, uno cerca del otro. Cuando el viento sopla es como si hinchase dos velas que nos empuja y me parece oír un murmullo y como el horizonte se mueve a lo lejos. Ya tuve la sensación de penetrar en un océano seco cuando llegamos al Salar. La Pampa parecía llena de arrecifes y cańas. Además allí estaba la cueva con los corales fosilizados. Será el Salar la conjunción de la pasión de Michal por el desierto y de la mía por el mar?

Como vigías subidos al palo mayor gritamos: ˇtierra a la vista! Vislumbramos nuestro objetivo en el horizonte: la isla de Pescada. Hace dos semanas que envié allí una maleta llena de comida y material. Llegamos ya avanzada la tarde y bromeamos con el destino de nuestras provisiones. La isla tiene forma de lagarto, de frente a nosotros su cabeza. No sabemos si el pueblo estará a izquierda o derecha. Abordamos el frente izquierdo y parece que nos hemos equivocado. No hay rastro humano, solo huellas de neumáticos. Estamos hechos polvo pero aún así conseguimos dar la vuelta a la isla con nulo resultado. NADA. Ni una casa. żNunca ha vivido nadie aquí? żAlgo quedaría, no?
A 22 km hay otra isla, la isla de Inchausi, muy popular entre los excursionistas. żPuede que la conozcan coloquialmente como de Pescada? 22 km en coche es pan comido, pero para nosotros, ida y vuelta, son dos días de viaje. Además en dirección (sureste) contraria. Tenemos que pensar que hacer. Al final decidimos que iré yo sola; hace buen tiempo, una ruta fácil. Encontraré a alguien y volveré en coche. Ya conocemos la manía de Michal de no utilizar ningún medio motorizado...
Avanzo. Tras un kilómetro Michal desaparece. Tengo tiempo, me pierdo en mis pensamientos mientras camino. Voy bastante rápida y en 5 horas ya estoy en la isla. Encuentro al seńor Lázaro, un viejo simpático y agradable. Recojo la bolsa y consigo un coche de una agencia y vuelvo a donde me espera Michal. Pasamos la tarde paseando por la isla desierta, hablando a voces, haciendo fotos a los cactus gigantes. Llevé unos huevos para cenar pero... se me olvidó la sal! No pasa nada. Si hay una cosa que sobre aquí es sal.

Por la noche el Salar no refleja las estrellas. Hay luna llena pero las nubes no nos permite verla. Es una de las noches más frías. Nuestra velocidad ha bajado. Vamos tirando como podemos, un paso tras otro y el carro tras Michal. El sol sale entre las nubes y nos enseńa otra cara del Salar: el suelo “embaldosado” de formas geométricas. Polígonos hechos de finas lineas de sal. Un escenario precioso.

Abandonamos el Salar de Uyuni y nos dirigimos al pueblo de Llica. En el trayecto nos encontramos con un viejecito cargado con un hato de ramas a su espalda. Debe venir de muy lejos porque nosotros solo vemos montańas desiertas a nuestro alrededor. Le ofrecemos nuestra ayuda. El hombre apenas dice nada pero Michal ańade los 20 kg de ramas al carro. No debe faltar mucho.
Cuando llegamos al pueblo todo el mundo nos mira. Aunque vamos con el abuelo, su recibimiento no es muy cálido. Pedimos agua y nos seńalan la fuente pero no nos ofrecen ni un cubo conque recoger el agua. Esto es solo un alto en el camino en el que Michal aprovecha para pedir 4 almuerzos. Estamos en una lengua de tierra que nos separa de nuestro próximo desierto: el Salar de Coipasa. La gente nos asusta diciendo que es posible que esté lleno de agua. Eso sería una muy mala noticia para nosotros porque pensábamos cruzarlo por el camino más corto, es decir, en linea recta.

 

Pasamos por otros pueblos medio abandonados antes de que las ruedas del carro se hundan en las tierras blandas mezcladas con sales de Coipasa. No hay agua. No es fácil. No sé que nos espera. Esa noche nos acostamos con la incertidumbre.

ˇEstá bien! Después de dos horas de duro camino por el barro salino pasamos a la dura y lisa superficie del Salar. Es fantástico. No hay viento, ni nubes. Es como si fuéramos por una autopista. Son nuestros últimos momentos juntos. En Coipasa cogeré un medio de transporte hacia la civilización y Michal seguirá en solitario.
Coipasa es una villa en la que coches destartalados dan vueltas por sus calles. La seńora del hospedaje salió hace unos días y nadie sabe cuando volverá. Hasta Sabaya otros 35 km. !Vamos! Es nuestro último camino juntos.
El autobús ruge. Empieza a moverse. Veo en la calle polvorienta a Michal. El pato se despide de mi. El polvo se mete en mis ojos. Demasiado polvo...

P.D de Michal:

Recomiendo a todo el mundo una compańera de viaje tan grande como Ewelina. ˇ600 km a pie sin quejarse!

Precios en dolares australianos
pais dias alimento alojamiento pagado (numero) permisos, admisiones guias equipo compra, alquiler equipo y otras flete *transporte otro total
Chile, Bolivia 26.5 $474 (9) $72 $23 $0 $99 $65 $0 $38 $771

 

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