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Expedición con el apoyo de la colegio de Sydney

America del Sur sin motor

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16 etapa - Amazonia

fecha de inicio actividad pais lugar desde - hasta dias km km/ dia comentario
02.09.2013
preparación
Bolivia
Riberalta
1
10
10
03.09.2013
patineta, caminar
Bolivia
Riberalta - Guayanmirim
2
95
47
ruedas de patineta se rompí después casi 30km
05.09.2013
preparación
Bolivia
Guayanmirim
1
19
19
comprar bicicleta, organizar transporte para río de frontera
06.09.2013
bote remo, bicicleta
Bolivia, Brasil
Guayanmirim - Porto Velho
3
356
119
09.09.2013
descansar
Brasil
Porto Velho
1
0
0
couchsurfing
10.09.2013
bote remo, bicicleta, canoa
camina BR 319
Porto Velho - Manaus
8
921
115
cruzar Río Madeira y Amazonca
18.09.2013
descansar
Manaus
1
0
0
total
17
1401
82

"Démonos prisa en amar a la gente, se van tan pronto." - Padre Jan Twardowski.

          Haciendo los preparativos para el viaje me di cuenta de los riegos que conllevaba. Los asumí. Los pensamientos oscuros se van al cubo de la basura. Aunque seamos conscientes que algún día nos llegará la muerte nunca pensamos que sea hoy o mańana, ni en futuro cercano. Tampoco durante mi expedición. żCómo serían nuestras vidas si supiéramos que en pocos días, semanas o en los siguiente meses se acabaría? Por eso debemos valorar cada día a nuestra familia y dar carińo a la gente que queremos. Antes de que sea tarde.

Antes de realizar mi particular viaje oí historias macabras de gente que había estado por donde yo pretendía ir. Dos tíos que iban en kayak fueron asesinados en el río Ucayali, en Perú. A un polaco lo mataron a pedradas en Bolivia y a su compańera casi la queman viva. Conocía la historia de dos austríacos a los que les quitaron todo el dinero de sus tarjetas de crédito y luego los mataron. A otro polaco le dieron una paliza brutal en un taxi por no querer dar su código secreto. Son casos excepcionales comparado con la cantidad de turistas que visitan Sudamérica cada ańo. Simplemente estaban en el lugar equivocado, en el momento inadecuado.      

           Antes de separarme de mi esposa Ewelina estuvimos hablando sobre el tema. Qué hacer si pasaba “algo”. Todo muy responsable pero, sinceramente, las palabras apenas salían de la boca. Nunca te llegas a creer que te pueda pasar nada porque sinó no harías nada.
No me mataron ni las montańas, ni los desiertos, ni los ríos... Ni se me comieron los jaguares, ni los caimanes. Tampoco me secuestraron esperando un dinero que nunca llegaría. Lo que casi acaba conmigo fue la carretera brasileńa, donde los coches van como locos y solo un borracho con un coche robado iría en línea recta.
    Yo voy con mi bici, metiéndome en las cunetas enfangadas, con el barro frenando mis ruedas cuando de repente oigo un bocinazo muy cerca de mi. Automáticamente me voy hacia mi derecha dejando más espacio para quien me quiera pasar pero por el rabillo del ojo veo aterrorizado como un camión se me va a llevar por delante intentando adelantarme por el lado derecho!! Instintivamente me tiro hacia la izquierda procurando mantener el poco equilibrio que el susto me permite. La caja amarilla de hierro del camión pasa a escasos centímetros de mis vulnerables huesos, durante unos segundos -que se hacen eternos- vamos en paralelo, no sé que hacer para mantenerme sobre la bicicleta y no caerme bajo las ruedas del remolque. żintento separarme poniendo mis brazos y piernas entre el mastodonte de la carretera y yo? No, mis brazos y piernas se agarran con fuerza a la bici y procuran mantenerla recta luchando contra la fuerza centrífuga, los baches, la gravilla y el acojone.
Lo conseguí...

El camionero solo sacó la mano por la ventanilla a modo de disculpa. Unos motociclistas que iban tras el camión y vieron todo lo sucedido gritan algo pero yo ya no oigo nada, solo los latidos de mi corazón zumban con fuerza en mis tímpanos. Paré. Miré alrededor, la carretera vacía, las huellas del camión. Sin palabras. Estoy en shock. Poco a poco voy recobrando el pulso normal y es entonces cuando me doy cuenta que he tenido muchísima suerte. He salvado mi vida por los pelos. El 7 de septiembre de 2013 volví a nacer.

Un mes antes, en la Copacabana boliviana, me encontré con dos estudiantes polacos que estaban dando la vuelta al mundo en motocicleta. Nos fuimos a tomar unas copas, pasamos la tarde charlando de temas muy interesantes. Al día siguiente fuimos a comer juntos. Cuando Krzysztof Wróblewski y Maksymilian Staroscinski se despidieron, quedamos en vernos a la vuelta en Wroclaw.
       Los chavales tuvieron menos suerte. En Ecuador, en una curva, un camión invadió el carril por el que iban las dos motos llevándoselas por delante. Maks no sobrevivió.
     Krzysief escribió en su página www.xpresstour.pl:
"Maks era feliz y murió haciendo lo que más le gustaba".

Esto no significaba que si se hubiera quedado en su casa no le hubiera pasado nada. El accidente podría haber sucedido en cualquier calle, de cualquier ciudad. Simplemente, como dicen en Espańa.
      "Tengo tanta mala suerte que si me caigo de espaldas me rompo la polla."

        La vida sigue...

Volviendo al viaje. En Riberalta tuve que solucionar algunos asuntos, entre ellos el de vender la canoa. żqué podía hacer con todas las cosas que sobraron de la etapa por el río? Había mucha comida, pero también algunas cosas especiales (cartuchos, hojas de coca...) que pensaba utilizarlas como moneda de cambio.
  Caminaba por la ciudad y pensaba:
  - "Muchas gracias a usted por haberme guardado la canoa durante estos días, aquí tiene unas hojas de coca... no quiere? Ah! También tengo cigarrillos."
  A un carpintero que me ayudó con los remos le di tres trozos de carne seca y un paquete de pasta. Se alegró.
    No lo conseguí en todos los sitios, pero en la oficina de correos pagué en cebollas. Fueron muy amables y les regalé un saquito de arroz. Fue bastante divertido. Después ya empecé a compartirlo todo:
  - "Para usted un machete, para la seńora un paraguas y a ti, dos cebollas y tres patatas y medio litro de miel de cańa de azúcar. El aceite de soja se lo doy a usted."

Necesitaba un caballo pero conseguir uno fue una misión imposible. Entonces pensé en una bicicleta pero en esta parte de Bolivia todo el mundo va en moto, no hay muchas bicis por aquí. En el mercado vi a un tipo que vendía cosas raras. Le compré un monopatín!

        Me fui a la estación para enviar todo el equipaje que no necesitaba y solo con una ligera mochila salí hacia adelante. El problema era que nunca antes me había subido a un monopatín. Fue muy gracioso al principio, el monopatín iba por un lado y yo por otro. Cuando empecé a manejarlo un poco, se me salió una ruedecita. Era el kilómetro 3. Pude continuar. Tenía calor, bebí como siete litros de agua. Se me escapó por segunda vez otra ruedecita. Y cuando esto sucedió por tercera vez fue suficiente para mi. Vi a un hombre que salía del bosque que bordeaba la carretera le pregunté:
  - "Tiene usted hijos? Aquí tiene un monopatín, a ver si les gusta. Funciona pero antes hay que repararlo." Era el kilómetro 29.

    No tuve más remedio que continuar a pie. Buf! Las botas se las di a un pescador porque pensaba que no las necesitaría más. Las sandalias son muy cómodas para dar un paseo pero no para grandes caminatas. Me esperaban 100 km hasta las frontera. Cuando llegué gritaba de dolor, los pies me quemaban, era incapaz de dar un paso más. Parecía que me hubieran estado torturando.

Pueblo fronterizo. La experiencia me dice que no se puede comprar ni una bicicleta, ni un monopatín o nada con ruedas que no haya sido producido en China. Al final encontré una bicicleta. No era de montańa, ni de carretera. No tenía marchas, ni amortiguadores. Era la típica bici para que las seńoras vayan a dar un paseo, con una cesta en el manillar por si deciden cargar cuatro cosas.
 Los pedales y el sillín no estaban en muy buen estado pero tenía una cosa buena (además del color verde) y es que era resistente y fuerte como un tanque.

      Cómo cruzar un gran río fronterizo remando? żPor dónde?. Vi al comandante naval de aquí. Escuchó atentamente mi historia. Acto seguido llamó a sus marineros que corrieron a llevarme la bicicleta. Además me facilitaron una barquita y un chaleco salvavidas por si acaso. El mismísimo comandante con su impecable traje blanco iba de un lado a otro de la fangosa orilla organizando el paso de la frontera fluvial. Acabamos haciéndonos fotos juntos y firmándole un autógrafo como si fuera alguien famoso, además envió una barca militar tras la mía de escolta desde donde nos grababan en vídeo.

En la despedida de Bolivia me quedé sin palabras. La ayuda por parte de los dueńos del hotel Litoral, también de los funcionarios de la oficina de inmigración (aunque al principio no colaborasen mucho, al final acabaron pidiéndome autógrafos) y por último el amable comandante. Fue conmovedor.

     Al otro lado del río, Brasil.
  Empezamos mal. No me quieren enviar por correo mis maletas, necesitan facturas. Ahora entiendo porque llaman a Brasil el país de la burocracia.
Tampoco pueden arreglar mi cámara fotográfica.
Por si fuera poco, el portugués no están parecido al espańol como yo me pensaba y no me entero de nada.
Los primeros tres días en bicicleta, tres veces que pinché una rueda, además de romper tres veces también los pedales.
El culo me duele de ir todo el día en la bicicleta de una manera insoportable.
Tengo que cruzar cuatro ríos, esto supone buscar a cuatro tíos que me quieran pasar al otro lado.
La carretera por la que tengo programado ir son 900 km a través de la jungla. Tiene 200 puentes provisionales y en principio con poco tráfico y escasos pueblos. La gente no me lo pinta bien: jaguares, serpientes, carretera difícil y mucho calor.
Estamos en la temporada seca, sin embargo, llueve durante tres tardes seguidas. Todo el camino enfangado, me hace patinar como en una pista de hielo. Es imposible no caerse. Mi ropa, mi mochila, la bicicleta y todo yo con barro hasta los dientes.
Mas malas noticias, me dicen que pasado Manaus la carretera atraviesa una reserva indígena y que no pueden pasar ciclistas por ahí. No hay alternativas, excepto los ríos... Mi cabeza es un torbellino de preocupaciones. Puedo ir por los ríos pero no me hace ni pizca de gracia tener que hacer cientos de kilómetros en contra de la corriente.
Cosa con camion, myu cerca de tragedia.

    Demasiadas cosas negativas. Demasiadas dificultades. Me siento mal, triste. De repente mi viaje dejó de ilusionarme. Esperaba pasar toda la expedición sin quejarme, manteniendo la moral alta y con una sonrisa en la cara pero ahora todo se viene abajo. Crisis. Suerte que duró poco. Me tomé un día libre. Era la primera vez que paraba, sin ninguna razón de fuerza mayor, en medio del transcurso de una etapa.   

Lo que más me gusta de los malos momentos es que pasan. Solo necesitas tomarte tu tiempo, un poco de trabajo y mucha paciencia. Porque no valoramos a las personas por las veces que se cae sinó por las veces que se levanta.

       Iba rodando con la bici y mi cabeza no podía parar de pensar. Basta ya. No se puede vivir en el pasado ni tampoco perder mucho tiempo planeando el futuro. Lo que cuenta es el presente.
    Y en ese momento podía disfrutar de lo que tenía alrededor: una bonita carretera por delante en medio de la jungla. Estoy en el corazón de la Amazonia, en plena naturaleza salvaje. Es precioso.
    Las hojas son más verdes, la tierra roja es más intensa en su color y el azul del cielo es imponente. Además el sol calienta cada vez más, los monos saltan felices, las serpientes se apartan a mi paso. Sin darme cuenta, ya estoy sonriendo de nuevo.
Y qué decir de los indígenas? No hay mucha gente por allí pero los pocos que hay son unas auténticas leyendas. Les encanta compartir las cosas. Lo mío es tuyo y lo tuyo es mío. Todas las noches me ofrecieron su hospitalidad, me ofrecían agua, me ayudaban a reparar la bici. Nadie me dijo nunca “no”. En dos ocasiones que paré a descansar me invitaron a almorzar y a un buen trago de agua fresca. Disfruté el momento tanto tiempo como durase. La vida volvía a mostrar su cara más amable.

      Decidí cruzar el río yo solito. Me prestaron una canoa, un remo y un chaleco salvavidas.
    - "Cuando llegues al otro lado, llámanos y dinos donde dejaste la canoa" - me dijo el dueńo. Nadie me quería acompańar.
    En medio del Amazonas siento una gran ansiedad. Me agobia sentirme tan vulnerable en una barquita de papel sobre un río que parece un océano. Algo muy inquietante es la unión del río Solimoes y el río Negro, durante un buen tramo el cauce tiene dos colores bien diferenciados, el color café del Solimoes y el negro, como su nombre indica del río Negro. Las aguas siguen sin mezclarse durante kilómetros, bajan a diferente velocidad y temperatura. Y allí estaba yo, como la canción del gran Paco de Lucía, entre dos aguas.
De repente vi un barco grande que se dirigía hacía mi, tuve que esforzarme para escapar de su trayectoria y que no me partiese en dos. Cuando llegué a una zona más segura, alejada de la ruta de las grandes barcazas, me di cuenta que me había pasado 6 km de la ciudad a la que pretendía llegar en la otra orilla. Remé un kilómetro en contra la corriente pero acabé agotado. Era imposible. Decidí poner pie a tierra y continuar en bicicleta. Y así, después de 12 km llegué a mi destino. Manaus.

      Hay mucha gente que intenta hacer realidad sus sueńos. Tuve la suerte de encontrarme con dos parejas a los que quiero agradecer desde aquí sus ganas de compartir sus experiencias y sus buenos consejos.
     David y Katherine recorren con un carro hecho de bambú toda Sudamérica, están en la parte final de un viaje de más de 14 meses. Felicidades!! Mas detalles en www.5000mileproject.org
Gareth y Aaron cruzan Brasil utilizando solo la fuerza de sus propios cuerpos: caminando, en bici o en canoa. Si quieres conocer su historia www.brazil9000.com

Precios en dolares australianos
pais dias alimento alojamiento pagado (numero) permisos, admisiones guias equipo compra, alquiler equipo y otras flete *transporte otro total
Boliwia, Brazylia 17 $265 (6) $52 $0 $16 $221 $1 $0 $21 $576
patina $22
bicicleta, accesorios y regalado $104
pescador y bota para cruzar Rio Madeira $26
alquilar canoa para cruzar Rio Amazonca $65

 

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